Me enseñó a coser mi abuela Fina cuando yo era una niña. Me mostró la paciencia, el sacrificio y la ternura que este oficio exigía. Su amor por la moda me impulsó a profesionalizar lo que era un “hobby” y me lancé a hacer el curso de patronaje, corte y confección. Pasados unos años decidí “tirarme a la piscina” empecé con una pequeña mercería dónde hacía arreglos de ropa y de ahí pasé a crear esta empresa que tantas satisfacciones me está dando.
Empresa de la que me siento orgullosa en primer lugar porque nadie nos regaló nada, empezamos desde abajo y poco a poco hemos ido creciendo; en segundo lugar porque el 80% de la plantilla somos mujeres.
Todas ellas forman los pilares de la FAMILIA ALHUKA, porque son parte fundamental de este proyecto y sin ellas hoy no estaríamos dónde estamos.
Gracias Ángeles, Patricia, Elisabeth y Ana.
La vida me regaló lo más preciado que tengo, una niña maravillosa, ALBA. Sana y bellísima (por dentro y por fuera) a la que tanto su padre como yo le intentamos inculcar valores como la valentía, la seguridad en si misma, el respeto y la igualdad. Que nadie le ponga límites, ni siquiera ella misma, e intentamos que sea consciente de la realidad que hay ahí fuera: la vida no es fácil y nadie te regala nada, seas hombre o mujer.
Mi marido, que también forma parte de este proyecto, ha sido el primero en apoyarme en todo este sueño, siempre “empujándome” a que mis metas fueran mucho más altas, que no fuera conformista y mirara siempre más allá.
Me siento orgullosa de ser mujer, de tener un equipo de trabajo de mujeres 10, de una niña encantadora; pero si hablamos de igualdad, me siento orgullosa de mi marido que está al pie del cañón conmigo.
El post de hoy podría haberse colgado la semana pasada, mañana o dentro de dos meses, porque todos los días son DÍAS DE LAS MUJERES!!!!!!